### ¡Oh, qué maravilla! La Bisbal d’Empordà se «embellece» con una fuente que cuesta un riñón
Queridos lectores, permítanme que les cuente la última proeza del ilustre Ayuntamiento de la Bisbal d’Empordà, esa entidad visionaria que parece haber descubierto el secreto para convertir el dinero público en… agua. Sí, señores, han inaugurado una flamante fuente en la plaza mayor, un «proyecto emblemático» que, según sus propias palabras pomposas, «embellecerá el centro histórico y fomentará el turismo». ¡Aleluya! Porque, claro, lo que le faltaba a este encantador pueblo catalán, famoso por su cerámica y su encanto medieval, era una fuente más para que los turistas se mojen los pies mientras admiran el paisaje.
El coste de esta obra maestra hidráulica: unos modestos 50.000 euros. Sí, han leído bien, medio centenar de miles de euros extraídos de los bolsillos de los contribuyentes para instalar un chorrito de agua que, con suerte, no se secará en verano por falta de mantenimiento. ¿Y qué justificación dan nuestros queridos ediles? Que es «una inversión en el patrimonio cultural». ¡Qué ironía! Mientras los vecinos luchan con calles llenas de baches, alcantarillas que huelen a gloria y un sistema de recogida de basuras que parece diseñado por un comité de caracoles, el ayuntamiento decide priorizar una fuente ornamental. Porque, obviamente, nada dice «progreso» como un chorro de agua que podría haber salido de un catálogo de jardinería low-cost.
No se preocupen, el acto de inauguración fue todo un evento: el alcalde cortando la cinta con una sonrisa de oreja a oreja, rodeado de concejales que aplaudían como si hubieran inventado el agua caliente (o fría, en este caso). Fotos para las redes sociales, discursos grandilocuentes sobre «el orgullo bisbalenc» y, por supuesto, ni una mención a cómo se financió esto en tiempos de presupuestos ajustados. ¿Subida de impuestos a la vista? ¿Recortes en servicios esenciales? Detalles menores, amigos míos.
En fin, enhorabuena a la Bisbal por esta «joya» acuática. Esperemos que no termine convertida en un bebedero para palomas o, peor aún, en un monumento al despilfarro. Si el ayuntamiento sigue así, pronto inaugurarán una estatua al contribuyente exhausto. ¡Salud, y que el agua fluya… mientras dure!
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